Clara

Organizo eventos, fiestas, hago la producción, coordino DJs, luces, sonido… Pero lo que la mayoría no sabe es que, detrás de la música y las luces de neón, hay una lucha constante que no se ve.

Tengo 33 años y llevo una década en esta industria. Me encanta, pero también es un ambiente donde el alcohol y las drogas están a la orden del día. Y para alguien como yo, que tiene problemas con el alcohol y una tendencia a la autodestrucción, es como jugar con fuego.

He estado en terapia durante años para tratar mi depresión. Mi terapeuta siempre me dice que debería considerar cambiar de entorno laboral, pero ¿cómo lo hago? La música es mi vida. Además, en este mundo, la salud mental todavía es un tabú. Si la gente supiera que voy a terapia, supongo que me verían como alguien «inestable», y eso podría costarme mi carrera.

Así que sigo aquí, en este ciclo peligroso. Organizo eventos, me aseguro de que todo salga perfecto y luego, al final de la noche, me encuentro sola, enfrentando la misma oscuridad de siempre. A veces, después de que la música se detiene y las luces se apagan, me siento en el backstage y me pregunto: «¿Esto realmente vale la pena?»

Pero al día siguiente, me levanto y lo hago todo de nuevo. Porque a pesar de todo, amo lo que hago. Y tengo la esperanza de que, algún día, encontraré una manera de equilibrar mi pasión por la música con el cuidado de mi salud mental.

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