Soy un DJ apasionado por la música electrónica. Desde que era joven, soñaba con pinchar en las mejores discotecas y compartir mi amor por la música con el mundo. Cuando finalmente tuve la oportunidad de convertir mi pasión en mi profesión, pensé que había alcanzado el cielo. Pero, como pronto descubriría, detrás de las luces de neón y la música vibrante se escondían sombras que amenazarían mi bienestar mental.
Al principio, todo parecía un sueño hecho realidad. Mis sets eran ovacionados, y me convertí en un DJ muy solicitado. Pinchaba bastante, pero mis condiciones laborales eran una mierda: trabajaba en negro en la mayoría de las salas o festivales. La incertidumbre económica y laboral comenzó a mermar mi salud mental. Cada semana era una lucha constante para llegar a fin de mes.
Las noches se alargaban sin fin, y la música ensordecedora y las luces brillantes me abrumaban. La presión constante y la falta de descanso me dejaban exhausto, llevaba ya unos cuantos años trabajando de DJ y no había ni cotizado un año ¿y cuando me jubilase?. Las malas condiciones laborales estaban afectando mi bienestar mental en gran medida. Empecé a experimentar niveles crecientes de ansiedad y estrés por el tema económico, el futuro, la estabilidad… hasta mi familia me advertía de que estudiase o me buscase un «trabajo de verdad» pero ya tenía 36 años y no me veía estudiando, ni sabía trabajar de otra cosa que no fuese de DJ.
El agotamiento y la falta de sueño me llevaron a una espiral descendente. Ya no podía disfrutar de la música como lo hacía antes.
La soledad también era un problema. A pesar de estar rodeado de personas en las discotecas, me sentía aislado. No podía relacionarme con otros DJs o con el público de manera significativa. Las relaciones personales se resintieron, y mi vida social se limitó a los encuentros fugaces en los clubes.
Las noches de insomnio se convirtieron en mi realidad. A menudo, me encontraba preocupado por mis finanzas y mi futuro. La ansiedad y la depresión comenzaron a gobernar mi vida.
Finalmente, tuve que enfrentar una dura realidad: las malas condiciones laborales estaban destruyendo mi salud mental. La inestabilidad económica y la falta de protección laboral eran demasiado para soportar.
Decidí que debía buscar una salida. Mi historia es un recordatorio de la importancia de abogar por mejores condiciones laborales en la industria de la música. La falta de seguridad laboral y económica puede tener graves consecuencias para la salud mental de los trabajadores de la música.
Hoy, he decidido luchar por un cambio. Mi lucha no es solo por mí, sino por todos los artistas que enfrentan las mismas dificultades.