Durante más de una década, me he dedicado a la pasión que me enciende: ser DJ. Todo comenzó en un pequeño pub, acompañado por un amigo más experimentado en la mesa de mezclas. Juntos logramos atraer a un buen número de personas a nuestras fiestas. Aunque en aquel entonces carecía de amplios conocimientos, mi entusiasmo era desbordante.
Con el tiempo, fui avanzando en mi carrera, consiguiendo mi primera residencia como DJ y participando en una minigira con una discomóvil. Sin embargo, mi amor por la música contrastaba con mi timidez y dificultad para socializar fuera de la cabina. Esta timidez, en gran medida, era el resultado del acoso que sufrí durante la adolescencia, un problema que nunca abordé adecuadamente y que arrastré durante años. El miedo al ridículo y a las críticas me paralizaba, impidiéndome demostrar todo mi potencial en las sesiones.
Además, mi decisión de abstenerme de alcohol y otras drogas dificultaba aún más mi integración en el mundo nocturno. Esto, sumado a las dificultades para compatibilizar mi pasión con mi trabajo, que a menudo me obligaba a estar fuera de casa, me llevó a abandonar progresivamente la escena de eventos y salas.
A pesar de ello, encontré una manera de mantener viva mi pasión a través de la radio en los años siguientes. Me sentía mucho más cómodo, disfrutando de la libertad y la alegría que no encontraba en las sesiones presenciales. Sin embargo, seguía luchando contra mis dificultades psicológicas, y mi fobia social fue en aumento, llegando al punto de experimentar agorafobia y apenas salir de casa, una situación que se agravó durante la pandemia de COVID-19, cuando además perdí mi empleo y llegué a plantearme el suicidio.
Fue gracias al apoyo de mis seres queridos que tomé conciencia de la gravedad de mi situación y decidí buscar ayuda psicológica. Poco a poco, comencé a trabajar en mí mismo, sin abandonar mi pasión por la música, que seguía practicando en casa. El punto de inflexión llegó cuando se anunció un festival de DJs en mi pueblo. Aunque no estaba en el cartel, mi círculo cercano y mi psicólogo me animaron a hablar con los promotores para solicitar una oportunidad.
Para mi sorpresa, los promotores quedaron impresionados con mi trayectoria y me dieron la oportunidad de pinchar en el festival. Este respaldo renovó mi confianza en mí mismo. El día del festival fue un éxito rotundo, y la experiencia me permitió superar muchos de mis miedos y ver los frutos de mi terapia psicológica. Además, mi buena actuación atrajo la atención del ayuntamiento, que me contrató para pinchar en las fiestas del pueblo.
Desde entonces, mi carrera como DJ ha experimentado un renacimiento. He conseguido una segunda residencia y he recibido numerosas ofertas de trabajo. Este camino no ha sido fácil, pero estoy orgulloso de decir que estoy en un gran momento tanto profesional como personal, gracias al apoyo de mi círculo cercano y a la terapia psicológica que estoy a punto de completar. Valorando cada momento positivo y cada sesión en la que pincho, puedo afirmar con seguridad que ¡se puede salir del hoyo!