Quiero hablar de una relación tóxica que tuve con mi ex-manager, Daniel.
Daniel era el tipo de persona que sabía cómo manipular situaciones y personas.
Cuando le conocí me deslumbró con su carisma y su conocimiento de la industria. Me habló de sus conexiones, de cómo había ayudado a otros DJs a alcanzar el estrellato. Me mostró gráficos y estadísticas que, según él, podrían ser mi futuro. Me sentí halagada y emocionada; parecía que finalmente alguien creía en mí tanto como yo creía en mi música.
Las primeras semanas fueron como un sueño. Conseguí más actuaciones y mi presencia en las redes sociales comenzó a crecer. Pero pronto, él empezó a mostrar su verdadero yo. Comenzó a enviarme mensajes a altas horas de la noche, criticando mis publicaciones en redes sociales o las sesiones que había subido. «Esto no es lo que la gente quiere escuchar», decía.
Lo peor llegó cuando estaba a punto de realizar una de las actuaciones más importantes para mi, ya que era cerca de mi ciudad, con todos mis amigos y familia que había comprado la entrada para verme, en un festival con una gran presencia mediática. Daniel canceló mi actuación solo un día antes del evento, alegando que no era el «tipo de público» que necesitaba para impulsar mi carrera. No consultó conmigo, simplemente lo hizo. Cuando lo confronté, me dijo que él sabía lo que era mejor para mí. Me sentí humillada y despojada de mi agencia.
La cancelación del evento y la falta de control sobre mi propia carrera me sumieron en un estado de ansiedad todo el rato. Empecé a cuestionar mi valía y mi talento. La música, que siempre había sido mi refugio, se convirtió en una fuente de angustia. Me encontraba en un estado de ansiedad constante, temiendo cada llamada o mensaje de Daniel. Empecé a evitar pinchar y a cancelar actuaciones menores, sintiéndome completamente desmotivada.
Sabía que necesitaba ayuda, así que busqué un terapeuta especializado en salud mental y estrés laboral. Durante las sesiones con Laura, mi terapeuta, trabajamos en varias estrategias de afrontamiento. Laura también me introdujo a técnicas de atención plena para manejar mi ansiedad y me enseñó ejercicios de respiración para usar antes de las actuaciones.
Tomó tiempo y mucho trabajo emocional, pero finalmente corté lazos con Daniel. Las primeras semanas fueron las más difíciles; estaba llena de dudas y miedos sobre cómo manejar mi carrera sin él. Pero con el apoyo continuo de mi terapeuta y el uso de las herramientas que había aprendido en terapia, empecé a reconstruir mi confianza. Volví a encontrar alegría en la música, y empecé a aceptar actuaciones de nuevo, esta vez asegurándome de que estuvieran alineadas con mis propios objetivos y no con las expectativas de otra persona. Con el tiempo, también empecé a construir una red de apoyo en la industria, conectando con otros artistas y profesionales que compartían mi enfoque ético y artístico. Y sabéis qué? No estoy sola.