Mi nombre es Laura y soy cantante. Desde pequeña, me apasionaba la música y soñaba con ser una estrella. Con mucho esfuerzo y dedicación, logré cumplir mi sueño y firmé un contrato con una discográfica importante. Pensé que era el inicio de una vida maravillosa, llena de éxito y felicidad. Pero me equivoqué.
La presión que sentía era insoportable. Tenía que cumplir con las expectativas de la discográfica, de los medios, de los fans, de mi familia y de mí misma. Tenía que estar siempre perfecta, sonriente, simpática y disponible. Tenía que hacer giras interminables, grabar discos, conceder entrevistas, asistir a eventos y promocionar mi imagen. No tenía tiempo para mí, ni para mis amigos, ni para mi pareja. Me sentía sola, agotada y vacía.
Empecé a tener ataques de ansiedad, insomnio, dolores de cabeza y problemas de alimentación. Me refugié en el alcohol, las drogas y las pastillas para poder seguir adelante. Pero cada vez me hundía más. Un día, no pude más y tuve una crisis nerviosa. Me ingresaron en un hospital psiquiátrico, donde me diagnosticaron depresión mayor. Fue el momento más duro de mi vida.
Pero también fue el momento de cambiar. Con la ayuda de los médicos, los psicólogos y mis seres queridos, empecé a recuperarme. Aprendí a aceptar mi enfermedad, a cuidarme, a poner límites y a priorizar lo que realmente me importaba. Descubrí que la música era mi pasión, pero no mi vida. Y que podía seguir haciendo lo que me gustaba, pero de otra forma, más sana y auténtica.
Ahora estoy mejor, aunque sé que la depresión no se cura de un día para otro. Sigo en tratamiento y sigo luchando cada día. Pero también sigo cantando, porque la música es mi terapia, mi forma de expresarme y de conectar con los demás. Quiero compartir mi historia para que otras personas que estén pasando por lo mismo sepan que no están solas, que hay esperanza y que se puede salir adelante. La depresión no es una debilidad, es una enfermedad. Y se puede superar.